Boca campeón de la Copa Diego Maradona

“Boca ya salió campeoooooón, Boca ya salió campeoooón, se lo dedicamo’ a toooodos, la reputa madre que lo reparioooó…”. Se grita en San Juan, en La Boca y en el cielo, por la Copa Diego Maradona también se levanta allá.

No era la final que hubiese querido jugar. Pero era la final que tenía que ganar. Por chapa. Por historia. Por obligación. Porque la Mitad Más Uno del país no podía esperar seis meses para sacarse la mufa de la Libertadores, Pero Boca es así. No perdona. Si lo sabrán los pibes de Banfield, que se le plantaron de igual a igual al campeón y se quedaron con las manos vacías. Si lo sabrá Racing, que ya no es más el equipo argentino con más copas nacionales. Si lo sabrá River que ya no es más el club con más títulos a nivel local. Boca es el campeón y los demás, los grandes y los chicos, lo miran por TV.

Se vivió, se sufrió y se jugó como una verdadera final. En la cancha, en los bancos, en las tribunas. Porque, sí, entre periodistas, allegados y curiosos, hubo más de 200 personas en la burbuja de San Juan. Poco importa lo futbolístico en esta clase de partidos. Las formas, las maneras, como suele decir Miguel. Pero no está de más aclarar que Boca lo ganó por ese golazo de otro partido de Cardona y porque Diego, que siempre está, habrá hecho fuerza para que la Copa Maradona se quede en casa. ¿Fútbol? Poco. Casi nada.

Boca intentó pararse 20 metros más arriba que contra Santos pero se topó con los mismos problemas que lo dejaron sin Copa en Brasil. Una defensa lenta que dio ventajas en el retroceso, laterales que atacaron y defendieron con torpeza y un mediocampo pasado de revoluciones que casi nunca pudo hacer pie. Arriba, Zárate ni Ábila no tuvieron conexión y Villa desbordó tantas veces que le tomaron el tiempo.

La presión alta de Boca, esa postura ofensiva que al equipo de Russo hacía tiempo no se le veía, duró menos de un cuarto de hora. Hasta que Ábila se cansó , el equipo se desordeno y Banfield empezó a encontrar espacios detrás de Capaldo y Campuzano. Boca fue un equipo sin ideas, híbrido. Ni siquiera estando en ventaja logró bajarle la persiana a un partido que, aun jugando mal, parecía tenía controlado. El bombazo de Cardona promediando el segundo tiempo lo planchó. La expulsión de Mas y la lesión del Pulpo González, que había entrado por Campuzano, también tocado, lo dejó con 9 jugadores en el final y la imposibilidad de marcar hombre a hombre los últimos tres bochazos que Banfield metió en el área. En el último, Lollo lo empató de guapo y llevó la definición a los penales.

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