La gente de la Capilla nos recibió en un patio muy bien arreglado. Alicia armó la mesa de libros y un grupito de adolescentes entró a curiosear ante nuestra presencia.
Con barbijos y gorritas se sentaron sonrientes y cómplices en las sillas que los esperaban.
Tres nuevas lectoras voluntarias se sumaban por primera vez al Plan. Libia, Ángeles y Agostina eligían entre los libros, el texto que leerían.
Aurelia, nuestra anfitriona, llegó desde la vereda con otras dos chicas que se sumaron al público.
El sonido municipal estaba dispuesto, las páginas escritas se volvieron, rápidamente, voces. Y la literatura nuevamente nos transportó a sus mundos mágicos e infinitos.
La lectura en voz alta, ese acto de amor a la lectura y los escuchas, otra vez se celebraba.
Un nuevo sitio visitado, un nuevo recuerdo a guardar, una nueva página que se agota y otra que se apresta a ser leída.
En el horizonte nos espera el Mitre y la capilla de su barrio. Allá iremos con libros, sueños y gente linda.