La leyenda de las siete carretas con oro perdidas en los esteros del Iberá

Hace mucho tiempo, en una época de guerra y violencia, un grupo de soldados invadió las tierras de los guaraníes, que vivían en armonía con la naturaleza y los esteros del Iberá. Los soldados eran crueles y codiciosos, y no les importaba el sufrimiento de los nativos. Saquearon sus aldeas, quemaron sus cultivos, y se llevaron todo lo que encontraron de valor, especialmente el oro que los guaraníes habían extraído de las minas cercanas.
Los soldados llenaron siete carretas con el preciado metal, y decidieron escapar por el río Paraná, que bordeaba los esteros. Pensaron que así podrían llegar más rápido a la ciudad de Corrientes, donde planeaban vender el botín y disfrutar de una vida de lujos. Pero no contaban con la furia de los espíritus de los esteros, que habían visto todo lo que habían hecho.

Entre esos espíritus estaba el Yacaré, el gran caimán que habitaba las aguas turbias y era el guardián de los animales y las plantas del lugar. El Yacaré se sintió ofendido por la avaricia y la maldad de los soldados, y decidió castigarlos por su falta de respeto. Esperó a que las siete carretas llegaran al paso más angosto y profundo del río, y entonces salió a la superficie con un rugido terrible. Abrió su enorme boca y mordió una de las ruedas de la primera carreta, haciendo que se volcara y cayera al agua.
Los soldados se asustaron al ver al monstruo, y trataron de huir con las otras carretas. Pero el Yacaré no se dio por vencido, y siguió atacando una por una, hasta que todas las carretas quedaron sumergidas en el fondo del río, junto con los soldados que no pudieron escapar. El oro se dispersó por el lecho del Paraná, y nunca más se supo de él.
Desde entonces, se dice que los esteros del Iberá guardan el secreto de las siete carretas con oro perdidas, y que solo el Yacaré sabe dónde están. Algunos dicen que en las noches de luna llena, se pueden ver destellos dorados sobre la superficie del agua, como si el oro quisiera salir a la luz. Pero también dicen que el Yacaré está siempre alerta, y que cada vez que alguien se acerca a buscar el tesoro, él lo cambia de lugar, para que nadie pueda encontrarlo.
Así es como se cuenta la leyenda de las siete carretas con oro perdidas en los esteros del Iberá, una historia que nos enseña a respetar la naturaleza y a no dejarnos llevar por la ambición.

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